Francisco de la Barrera: «No se trata de reemplazar la plantación forestal, sino de hacer un paisaje heterogéneo y multifuncional»


26 de febrero/ El Sur/ Con las condiciones climáticas actuales, Francisco de la Barrera, investigador CEDEUS,  apunta a la estrategia que se debe utilizar para combatir los megaincendios. Aquellos siniestros que superan las 10 mil 
hectáreas, y donde la planificación territorial es clave para evitar nuevas catástrofes.

En octubre del año pasado, el Presidente Gabriel Boric presentó el Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales y destinó un total de $83 mil millones para la temporada 2022-2023. En ese entonces ya se proyectaba un verano complejo para el combate del fuego con altas temperaturas, baja humedad y fuertes vientes, además. aún estaba latente el recuerdo de la catástrofe del verano de 2017. Esto se vio reflejado en un aumento del 22% del presupuesto para la Corporación Nacional Forestal (Conaf).

Sin embargo, llegó la temperatura alta y este aumento de recursos no fue suficiente. Desde el 2 de febrero que la Región del Biobío está enfrentada a un complejo combate de incendios forestales, que ya han consumido más de 208 mil 332 hectáreas y han dejado 16 fallecidos.

Pero no sólo recursos se han inyectado en los últimos cinco años, también Conaf ha focalizado sus esfuerzos en la confección de cortafuegos y en una campaña informática con comunidades aledañas a zonas de interfaz que se extiende durante todo el año. Y tampoco fue suficiente.

Francisco de la Barrera, ecólogo, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigador de Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), apuesta a que se tiene que avanzaren una planificación territorial, un paisaje más heterogéneo que impida que los incendios se descontrolen y lleguemos a la situación actual: megaincendios. Se trata de aquellos siniestros que consumen más d e10 mil hectáreas y, por ende, su afectación va mucho más allá de la superficie quemada, tal como ocurre con la contingencia actual. Hablamos no sólo de fallecidos y heridos, sino que de contaminación del aire y del agua incluso en zonas más alejadas.

Un tema, dice De la Barrera, del que se comenzó a hablar tras la catástrofe del 2017, pero poco se ha puesto en práctica. “La restauración de estos megaincendios no era exclusivamente ecológica, también era productiva, para que pueda volver a la vida no solamente lo natural, también lo económico”.

-Si este año tenemos más recursos económicos, humanos y de equipos, además se hacen campañas informativas los meses previos al verano. ¿Qué es lo que falta para evitar una emergencia del fuego como la actual?

-Hay tres ámbitos: el primero tiene que ver con cómo se inicia el incendio. En Chile sabemos que cerca del 99% tienen una causa humana y la estrategia que se ha seguido históricamente tiene que ver con prevenir el inicio del fuego. Esa estrategia lleva a que haya del orden de 4 mil a 6 mil incendios cada año, claramente no funciona. Luego tenemos las condiciones meteorológicas extremas y con el cambio climático eso va a ser peor. Tenemos poca incidencia directa en cómo prevenir esta forma. Y lo que escasamente se aborda es saber que vamos a tener incendios igual. Y puedes reducir en un 40% la cifra, pero si se te escapa por alguna razón, tienes que tener un paisaje capaz de, en primer lugar, que no te facilite la propagación de los incendios, pero que sí te ayude en el combate. Y en eso, las únicas intervenciones que se hacen hoy día tiene que ver con habilitar cortafuegos de doble función: primero prevenir la ignición accidental por la línea de transmisión eléctrica o por los bordes de los caminos que puede ser cuando una persona tira una colilla, y el segundo propósito es combatir los incendios.

-Es decir, deberíamos preocuparnos más respecto a evitar que el fuego se descontrole y no al inicio de un incendio como tal.

-Poco y nada hemos discutido seriamente respecto de cómo hacer que un incendio una vez ya descontrolado, no sobrepase las 5 mil o las 10 mil hectáreas. Cuando las sobrepasamos, estamos frente a un megaincendio y no un incendio, porque consume no solamente árboles -particularmente plantados por la industria forestal- sino que también alcanza bosques nativos, toma pastizales, matorrales e incluso ciudades completas. Además, se les llama megaincendios por las consecuencias que puede tener, que va mucho más allá del predio mismo que se está quemando. El ejemplo más claro es la llegada del humo a ciudades muy distantes, incluso a más de 100 kilómetros y otros impactos que se generan.

-¿Ha cambiado alguna circunstancia desde los megaincendios del 2017 en la zona centro del país? ¿O seguimos teniendo condiciones que facilitan el avance del fuego?

-La principal condición es que tenemos un paisaje, a escala regional o macrorregional, que es extremadamente homogéneo en plantaciones forestales de un mismo tipo. Y en una condición en la que hay baja humedad, altísimas temperaturas y hay vientos fuertes; esos lugares prenden extremadamente rápido, no así otras formaciones como sectores agrícolas o bosques nativos, que prenden a velocidades diferentes.

Se tiene que apuntar a la heterogeneidad del paisaje, es decir, romper con parques o fragmentos continuos de 200 mil hectáreas llenas de plantaciones forestales y avanzar hacia otro tipo de formaciones vegetales y con otras funciones, que eso es súper importante. No es solo pasar de lo homogéneo a lo heterogéneo, sino que se trata de avanzar desde ser unifuncional a multifuncional. Un gran desafío es cómo recuperamos la agricultura, la ganadería en las regiones, de manera que haya otros usos de suelo que disminuyan la propagación rápida de los incendios y eso mismo facilite el combate. Eso significa tener un paisaje más fragmentado, incorporar más bosque nativo.

-¿Importa más el tipo de plantación o la forma en la que están dispuestas en el territorio?

-Son las dos cosas. Las plantaciones forestales son propias de ecosistemas en la cual hay incendios y, por lo tanto, son formaciones habituadas para después responder frente a esos incendios.

-Se recuperan más rápido.

-¡Muy rápido! Un eucalipto, un año después uno lo ve rebrotado, las piñas que uno escucha que explotan en los incendios también emiten una cantidad enorme de propagulos que uno o dos años después rebrotan con fuerza.

Entonces, por una parte tiene que ver con el tipo de plantación que es propio de lugares donde los incendios sí son naturales y, por otra parte, tiene que ver con la gran extensión que ellas ocupan dentro del territorio. Acá no se trata de expulsar a la industria forestal, se trata de regular el lugar en el que están, las extensiones que pueden utilizar. Cuando el enfoque es exclusivamente desde predios, hay cientos de precios uno al lado del otro, y cada uno tiene un manejo independiente, y cuando vemos un megaincendio, queda de manifiesto.

-¿Hay características de la plantación forestal que la hace ser más combustible que otros árboles?

-Hay características asociadas al árbol, a la fisiología, que pueden ser más secas y también a la condición que generan sobre el suelo. Pero si tuviéramos -por ejemplo- la misma cantidad de hectáreas continuas de alguna otra especie, incluso nativa, también tendríamos el mismo riesgo. El secreto no está en que esa especie sea especialmente mala, tiene que ver con que haya una homogeneidad muy grande, incluso de altura, de edades, que en un bosque nativo o un paisaje heterogéneo. Acá el rol de la agricultura, de la ganadería, es súper importante, no se trata de reemplazar todas la plantaciones forestales por bosques nativos, esa no es la discusión. Está en cómo implementamos la heterogeneidad y la multifuncionalidad del paisaje.

-En concreto, ¿cuántas serían las hectáreas máximas que podría tener una plantación para estar dentro de la heterogeneidad?

-Habría que pensar en que jamás pudiéramos encontrar fragmentos homogéneos, especialmente de plantaciones forestales, que es un uso que sí podemos regular, que no sean mayores a 2 mil hectáreas. Que podamos recuperar la vegetación nativa ribereña, que por ley está más resguardada, pero que es muy difícil de conservarla.

-¿Se conversó sobre planificación territorial después de los megaincendios del 2017?

-Se conversó mucho desde Valparaíso hasta La Araucanía, se diseñaron planes de infraestructura ecológica que buscaban identificar los lugares a conservar de biodiversidad pero, sobre todo, indicaban de qué manera restaurar los paisajes posteriormente. Y no solo de forma ecológica, también productiva, para que puedan volver a la vida lo natural y lo económico.

-Si comparamos con lo que se pierde en un megaincendio, ¿es muy costoso implementar estos paisajes heterogéneos?

-Comparado con las pérdidas, es barato. Obviamente hay cosas que hacer a corto, mediano y largo plazo y en eso se tienen que alinear todos los instrumentos, uno podría decir que el Plan Regulador de Ordenamiento Territorial (PROT) tiene que ir de la mano con la Estrategia Regional de Desarrollo (ERD), que son las que ponen a disposición recursos para poder implementar, por decir algo, ganadería en nuestros paisajes rurales, impulsar vía subsidios u otro tipo de instrumentos una agricultura no solo familiar, sino que a gran escala.

-Tiene que existir un incentivo entonces, porque tener una plantación forestal no es el mismo trabajo que tener ganadería.

-Implica un mayor trabajo, pero también sabemos que los beneficios de la industria forestal no llegan adecuadamente a los territorios donde se desarrollan. Para eso tienen que estar todos los instrumentos alineados, partiendo por los PROT y los planes reguladores comunales. Y es poco lo que se ha hecho.

-¿Hay experiencia internacional para mirar cómo se aplica el paisaje heterogéneo para enfrentar los megaincendios?

-Hay ser extremadamente cuidadosos, porque vamos a ver experiencias donde los incendios sí son naturales, que es justamente distinto al caso nacional. No es decir “en España aplican…” porque hay incendios naturales y una ecología del fuego que no tenemos acá, lo mismo con Australia. La experiencia latinoamericana es interesante, en Brasil y Colombia también hay megaincendios y están asociados a la degradación de la Amazonía.

-A raíz del riesgo existente a que esto se repita más seguido, las decisiones deben tomarse pronto…

-Dado que no puedes controlar el cambio climático, que se ha demostrado la ineficacia en prevenir las fuentes de ignición, tienes que asumir una alta probabilidad de que tengas incendios y que se conviertan en megaincendios, eso lo puedes prevenir. Los incendios tienen una estrategia, los megaincendios otras.

El especialista plantea que se debe avanzar en una estrategia que entienda que incendios van a ocurrir, pero que debe evitarse que estos se descontrolen por sobre las 5 mil hectáreas.

Fuente: El Sur