Megaincendios que inundan


El fuego puso en alerta a comunidades cuando se acercó peligrosamente a sus viviendas, luego de destruir miles de hectáreas de plantaciones o bosque. Pero quizás la idea que quedó en la retina de quienes  tuvieron el fuego a metros y de quienes lo vimos por televisión, es que una vez apagado el incendio el problema estaba, sino resuelto, al menos terminado.
El artículo “Megafires in Chile 2017: Monitoring multiscale environmental impacts of burned ecosystems”, de Francisco de la Barrera (CEDEUS), Francisco Barraza (CR2), Philomène Favier (CIGIDEN), Vannia Ruiz y Jorge Quense (ambos del Instituto de Geografía de la PUC), da cuenta del impacto de los grandes incendios en ciudades y poblados.

Con el fin de las altas temperaturas terminan los incendios, pero no sus consecuencias porque en el invierno siguiente es bien probable que se produzcan inundaciones y remociones en masa, pequeños aluviones, vinculadas al fuego que arrasó con la vegetación.   “Normalmente, cuando hay inundaciones,  se mira solo cuanto llovió, pero no de dónde viene el agua. Muchas veces esa agua viene de un sector que perdió violentamente su vegetación, en este caso por los incendios. Se relacionan poco ambas cosas y las instituciones tampoco lo comunican. Después de los incendios de 2017, 37 poblados quedaron expuestos, y en varios de ellos hubo inundaciones, sin que nadie los relacionara formalmente”, recalca Francisco de la Barrera.

Y antes que el agua inundara comunidades cercanas a los incendios, éstos afectaron también a ciudades que incluso estaban a miles de kilómetros de los siniestros porque los gases contaminantes emitidos deterioraron gravemente la calidad del aire de las mismas. El investigador CEDEUS detalla: “Lo principal es poner en discusión que los incendios forestales afectan a las ciudades, y no solo a las hectáreas de bosques de monocultivo que son consumidos. En concreto nuestro estudio evalúa el impacto en la calidad del aire de los incendios y las mediciones detectan valores súper altos, que en situación de invierno hubieran convocado preemergencias. En verano no hay gestión de episodios críticos, así que no se pone atención a estos fenómenos. Los daños de los incendios sin duda afectan la salud de las personas”.

Aquí el estudio completo: De la Barrera et al 2018 – Megafires in Chile 2017



Megaincendios que inundan


El fuego puso en alerta a comunidades cuando se acercó peligrosamente a sus viviendas, luego de destruir miles de hectáreas de plantaciones o bosque. Pero quizás la idea que quedó en la retina de quienes  tuvieron el fuego a metros y de quienes lo vimos por televisión, es que una vez apagado el incendio el problema estaba, sino resuelto, al menos terminado.
El artículo “Megafires in Chile 2017: Monitoring multiscale environmental impacts of burned ecosystems”, de Francisco de la Barrera (CEDEUS), Francisco Barraza (CR2), Philomène Favier (CIGIDEN), Vannia Ruiz y Jorge Quense (ambos del Instituto de Geografía de la PUC), da cuenta del impacto de los grandes incendios en ciudades y poblados.

Con el fin de las altas temperaturas terminan los incendios, pero no sus consecuencias porque en el invierno siguiente es bien probable que se produzcan inundaciones y remociones en masa, pequeños aluviones, vinculadas al fuego que arrasó con la vegetación.   “Normalmente, cuando hay inundaciones,  se mira solo cuanto llovió, pero no de dónde viene el agua. Muchas veces esa agua viene de un sector que perdió violentamente su vegetación, en este caso por los incendios. Se relacionan poco ambas cosas y las instituciones tampoco lo comunican. Después de los incendios de 2017, 37 poblados quedaron expuestos, y en varios de ellos hubo inundaciones, sin que nadie los relacionara formalmente”, recalca Francisco de la Barrera.

Y antes que el agua inundara comunidades cercanas a los incendios, éstos afectaron también a ciudades que incluso estaban a miles de kilómetros de los siniestros porque los gases contaminantes emitidos deterioraron gravemente la calidad del aire de las mismas. El investigador CEDEUS detalla: “Lo principal es poner en discusión que los incendios forestales afectan a las ciudades, y no solo a las hectáreas de bosques de monocultivo que son consumidos. En concreto nuestro estudio evalúa el impacto en la calidad del aire de los incendios y las mediciones detectan valores súper altos, que en situación de invierno hubieran convocado preemergencias. En verano no hay gestión de episodios críticos, así que no se pone atención a estos fenómenos. Los daños de los incendios sin duda afectan la salud de las personas”.

Aquí el estudio completo: De la Barrera et al 2018 – Megafires in Chile 2017