09 Dec Jonathan Barton/Diplomacia versus Realpolitik: COP21 y la respuesta urbana
Por Jonathan Barton / Director de CEDEUS e investigador principal del cluster Planificación Integrada
En París celebramos 21 años de diplomacia para minimizar los riegos de cambio climático. Aparte del Protocolo de Kioto –firmado en 1997 y vigente desde 2005 hasta 2012–, se puede concluir que los resultados han sido pobres. Un acuerdo, basado en compromisos voluntarios de emisiones de gases de impacto invernadero por país y que apunta a un aumento de 2,7oC, es el equivalente a una aspirina para un paciente con cáncer: no ataca la raíz, solamente extiende la vida un poco más.
Esta diplomacia de la Conferencia de las Partes (COP) ha sido condicionada por el contexto global de comercio y finanzas. El capitalismo contemporáneo ha estado casado con la energía fósil desde el siglo XVIII y un divorcio no se vislumbra en el horizonte; la respuesta es una suerte de ‘economía verde’ que recocina planteamientos de gestión ambiental de la década de 1980. Frente a este estilo de relaciones internacionales anodino e interesado, la única opción frente al cambio climático es local.
Esa es la respuesta formulada desde hace diez años por los alcaldes contra el cambio climático: C40 (Grupo de Liderazgo Climático), con el apoyo de ICLEI (Gobiernos Locales para la Sustentabilidad). La Región Metropolitana chilena es miembro desde 2009. Algunos aportes incluyen el Informe de Cambio Climático y Ciudades, editado por Cynthia Rosenzweig, de la Universidad de Columbia, y el Assessment Report for Climate Change and Cities (ARC3, 2011), ahora en su segunda versión (2015). Todo indica que, mientras que la raíz del desafío de cambio climático es urbana –la evolución de los complejos urbano-industriales desde el siglo XVIII y el inicio del llamado ‘antropoceno’ (o, más bien, ‘polisceno’ debido a su foco urbano)– la solución también está allí. A través de los procesos de descarbonización y desmaterialización, las ciudades deben encontrar su camino ante el cambio climático.
La realpolitik requiere de la gobernanza urbana, con amplia conciencia y compromiso de actores públicos, privados y de la sociedad civil (los consumidores finales). Es solamente con esta acción urbana que la mitigación puede alcanzar los niveles necesarios para reducir las amenazas para estas mismas ciudades. Finalmente, los impactos no se sienten en los escritorios de los ministerios que negocian en las COP, sino en las poblaciones vulnerables: en los cerros de Valparaíso y en los valles y quebradas de Copiapó, Chañaral y Tocopilla. La batalla contra el cambio climático está ahí, con el liderazgo de sus mismas autoridades.