07 Oct Las ciudades de Chile tienen grandes desafíos para resistir al cambio climático
6 de octubre del 2021/ El Mercurio/ Jorge Gironás, investigador de Cedeus y director del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es entrevistado sobre el impacto del cambio climático en las urbes y la degradación ambiental que afecta al agua, aire y suelo del país.
Chile está altamente expuesto a los efectos del cambio climático, ya que, entre otras cosas, es uno de los países más urbanizados del mundo en una de las regiones más urbanizadas del planeta. Además según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nuestras ciudades tienen seis de las nueve condiciones de vulnerabilidad climática: zonas áridas, sequías, contaminación urbana, desastres, zonas costeras y ecosistemas frágiles.
Por ello, la planificación y transformación de las urbes es urgente. Y uno de los retos más importantes es lograr que sean residentes al cambio climático y a los desastres naturales, ya que su capacidad para adaptarse a situaciones de crisis será determinante para su sostenibilidad y futuro.
Las ciudades son los principales núcleos de la actividad social y económica, dice Diego Nini, director de Infraestructuras de ACCIONA para el Cono Sur. “Una ciudad debe velar por el bienestar de sus habitantes, en donde las infraestructuras, el transporte, los servicios básicos y los espacios públicos puedan contribuir a mejorar su calidad de vida. Hoy, debido a la emergencia climática, todas esas necesidades se deben satisfacer, además considerando el menor impacto posible en el medio ambiente”, agrega.
Múltiples desafíos
De acuerdo a la Estrategia Climática de Largo Plazo del Ministerio del Medio Ambiente, que define los lineamientos para enfrentar el cambio climático con un horizonte de 30 años, actualmente las urbes del país están expuestas a una serie de riesgos, entre los que se incluyen las olas de calor, efecto islas de calor urbano, heladas, inundaciones por desborde de ríos y anegamiento de asentamientos costeros, sequías hidrológicas e inseguridad hídrica doméstica, junto con incendios forestales.
Y aunque el Estado ha desarrollado instrumentos de gestión para reducir los efectos del cambio climático en las ciudades, los desafíos son variados y no simples de abordar. Además, si bien el aumento de los eventos climáticos extremos ya se pueden apreciar, aún es difícil predecir los alcances de estos, ya que no solo tienen resultados inmediatos, como la megasequía y la escasez de agua; hay otros, como la degradación de suelo o el desplazamiento de la población, que se van generando paulatinamente, aunque de forma sostenida.
Para Jorge Gironás, investigador del Centro de Desarrollo Sustentable (Cedeus) y director del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental de la Universidad Católica, un problema que se repite en muchas zonas del país es la degradación ambiental que afecta al agua, aire y suelo. En los últimos 25 años, por ejemplo, solo en ocho urbes de la zona central se ha perdido más de 30 mil hectáreas de suelo agrícola de alta calidad. Para revertir esta realidad, Chile ha adoptado un plan intensivo a través de políticas de reforestación, recuperación y manejo de bosque nativo y estrategias de irrigación.
Asimismo, “el país tiene un gran desafío en ciudades con mala calidad del aire, donde estamos trabajando fuertemente con los planes de descontaminación (que no solo consideran el transporte). Algo concreto que se está haciendo es el impulso a la construcción de viviendas sustentables, que sean energéticamente eficientes, que cuenten con un alto estándar de aislacionismos térmica (para eliminar el uso de ley para calefaccionar, por ejemplo)”, dice la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt. Programas que ya están en marcha y son encabezados por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo.
La resiliencia en la infraestructura implica que desde el diseño de las mismas se deben tener en cuenta las características que las harán resistentes a los desastres climáticos o les permitirán recuperarse más rápido. Pero también que posibiliten potenciales cambios de uso, como que un hotel pueda transformarse en hospital en caso de emergencia, apunta Diego Pini.
En este contexto, los cambios más complejos son los que se requieren para adaptar a las ciudades que ya cuentan con esquemas urbanos definidos, como es el caso de Santiago, advierte Gonzalo Pérez, jefe de Estudios del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI). El transporte es uno de ellos. Para el uso combinado de bicicletas con el transporte público, por ejemplo, se requiere de infraestructura para facilitar esos cambios de modo, como bicicleteros en las estaciones, señala.
Mapa de riesgos
Jorge Gironás, de Cedeus, sostiene que la resiliencia urbana implica un actuar colectivo que trasciende los límites de la ciudad. “Conlleva tomar acciones que involucran también a usuarios con actividades fuera de la urbe”, dice. Y advierte que lograr la integración eficiente de estos actores es complejo.
Desde el punto de vista de la planificación territorial, el primer paso para construir ciudades resilientes y sostenibles es el involucramiento de las autoridades regionales con las autoridades del nivel central, asegura Diego Pini, de ACCIONA. “El conocimiento local de las necesidades y falencias, las preferencias de los ciudadanos, la necesaria priorización para un uso eficiente de los recursos, son elementos que las autoridades regionales pueden aportar para una mejor toma de decisiones”, enfatiza.
“Contar con un mapa de riesgos, que considere los eventos más recurrentes que está provocando el cambio climáticoen cada una de las regiones es otro de los primeros pasos para definir las infraestructuras prioritarias y actualizar la normativa de diseño y construcción de estas”, continúa. Ello posibilitará, por ejemplo, resistir mejor los incendios forestales, los cortes de caminos o los episodios de lluvias abundantes sin poner en riesgo el funcionamiento de las ciudades y la actividad humana.
De esta manera, en la zona centro-norte de Chile, que ha sido fuertemente afectada por la sequía, una de las soluciones que se deben discutir es la construcción de plantas desaladoras multiuso, plantean desde ACCIONA. Mientras que en el borde costero se debe considerar el impacto de las marejadas en la construcción de infraestructura, y en las ciudades en general la implementación de sistemas de inteligencia artificial y micromedición puede ayudar a una gestión más eficiente en la distribución del agua, señalan los expertos.
Ante el escenario de escasez, es muy importante generar una conciencia a toda escala, en particulares e instituciones, sobre la importancia de reducir el consumo, comenta Gonzalo Pérez, del CPI. “Por ejemplo, es necesario considerar para parques y jardines, públicos y privados, el uso de especies con bajo consumo de agua y los incentivos para reducir el consumo domiciliario. En Chile se consumen 172 litros de agua por habitante diarios, mientras que en Europa este número llega a 120″, explica. Del mismo modo, agrega, se debe contemplar el tratamiento y reúso del 100% de las aguas residuales.
Para la ministra Carolina Schmidt es vital entender cómo será la adaptacién a vivir en ciudades que deban funcionar con menos agua. “Esta nueva realidad incluye las medidas de eficiencia hidrica que se deben tomar, pero también obras que aumenten la resiliencia a aluviones para ciudades más cercanas a la cordillera”.
Pero junto con ello también se deberén tomar en cuenta las variaciones de temperatura, advierte la ministra. Según datos del Atlas de Riesgo Climatico (Arclim), las comunas emplazadas en el valle central, entre las regiones Metropolitana y del Biobío, se verán afectadas por un aumento de las olas de calor. “Por eso, las ciudades de esta zona deberan impulsar soluciones basadas en la naturaleza para reducir el impacto de este fenómeno, como la proteccién de humedales urbanos o los parques sustentables”.