04 Dec Ricardo Serpell/Construir con basura: no todo lo que brilla es sustentable
Por Ricardo Serpell / Investigador del cluster Recursos Críticos
De acuerdo con el portal yoreciclo.cl, un ecoladrillo es “cualquier dispositivo ‘ecológicamente amigable’ que permita realizar algún tipo de construcción con él”. En la práctica, el dispositivo más popular desde hace unos años en Chile es la botella de polietileno-tereftalato (PET) rellena con desechos orgánicos no perecibles como bolsas de polietileno de baja densidad o restos de otros plásticos, o inorgánicos como arena o restos metálicos. Estos dispositivos, ideados por el Movimiento Ecológico Pura Vida, de Antitlán, Guatemala (puravidaatitlan.org), se han hecho muy populares en el resto de Latinoamérica porque se confeccionan manualmente con desechos que son muy abundantes en la basura domiciliaria, lo que permite involucrar a toda una comunidad en su confección con el beneficio adicional de educar en relación con el cuidado del medio ambiente. En localidades donde no existen sistemas formales de recolección de basura, como la mayoría de las aldeas en Guatemala de acuerdo con Pura Vida, este tipo de emprendimiento tiene un impacto doblemente positivo porque alinea el cuidado del medio ambiente con el cuidado de la salud y la calidad de vida de la comunidad.
En la actualidad, es difícil encontrar un solo colegio en Chile donde no se haya promovido entre los niños y sus familias la recolección de botellas de PET y la confección de ecoladrillos. Artículos sobre estas iniciativas abundan en blogs y revistas de temas domésticos de alta circulación, y sus promotores han logrado incluso instalarse en lugares de alta convocatoria, como el Centro Cultural Gabriela Mistral. Recientemente, hemos visto incluso cursos talleres de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica dedicados a buscar maneras innovadoras de utilizar estos dispositivos para construir en Chile, lo que posteriormente se ha utilizado en emprendimientos sociales realizados por los exalumnos (Revista Visión Universitaria, N° 126).
No obstante, considerando que la sustentabilidad de nuestras acciones es un atributo relativo a su impacto en el medio ambiente, sin desmerecer los ya mencionados aspectos positivos de estas iniciativas, cabría preguntarse por su impacto ambiental en el contexto chileno. Contrario a la intuición, consideradas las condiciones locales, el impacto ambiental y social de los ecoladrillos resulta ser negativo.
En países como Chile, donde existen instalaciones para reciclar plásticos, la utilización de botellas de PET y otros termoplásticos para confeccionar ecoladrillos impide que estos materiales sean reciclados de manera convencional. Como consecuencia los procesos productivos que utilizan las materias primas recicladas deben recurrir a materiales nuevos, aumentando el consumo de recursos no-renovables. Adicionalmente, resulta altamente improbable que los plásticos utilizados para confeccionar el ecoladrillo puedan ser reciclados al final de la vida de servicio de la construcción donde fueron ocupados, porque han sido mezclados con materiales incompatibles (barro, hormigón, metales, polímeros vegetales) y la tarea de separarlos requeriría un esfuerzo (energía) adicional inviable. En definitiva, aunque transcurra un plazo de tiempo mayor, un material reciclable acaba transformado en basura.
Debido a que el PET tiene escasa adherencia a otros materiales, los ecoladrillos deben ser amarrados para confeccionar elementos constructivos de las dimensiones requeridas. Estas amarras se ejecutan en cuerdas de fibras vegetales o alambres metálicos. Debido a que tanto los ecoladrillos como las amarras tienen alta capacidad de deformación, los elementos resultantes carecen de rigidez y tienen escasa capacidad estructural. En consecuencia, se debe recurrir a estructuras adicionales (pilares, vigas y cadenas en acero, madera u hormigón) para lograr integridad estructural y soportar otros elementos constructivos, como envigados de entre-piso o cubiertas. El costo y el impacto ambiental de esas estructuras adicionales es igual o mayor al de los sistemas de construcción convencionales, particularmente en países sísmicos, donde los elementos de muro convencionales aportan a resistir los empujes horizontales.
Desde el punto de vista de la habitabilidad de las construcciones, los muros confeccionados con ecoladrillos deben ser recubiertos con otros materiales para lograr elementos herméticos. Debido a la pronunciada geometría de las botellas, es necesario recurrir a grandes cantidades de material adicional para rellenar los espacios entre ecoladrillos, particularmente si se desea lograr a la vez una superficie de terminación lisa (deseable al menos para la cara interior de muros). En consecuencia, el costo y el impacto ambiental de los muros basados en ecoladrillos aumenta.
Los materiales de terminación disponibles y abundantes (como barro, estuco o mortero) presentan alta rigidez y bajo coeficiente de expansión térmica, lo que los hace incompatibles con un núcleo de botellas de baja rigidez y alto coeficiente de expansión térmica. Esta incompatibilidad inevitablemente generará agrietamiento, e incluso desprendimiento, del material de terminación en caso de sismos o cambios de temperatura, lo que se traducirá en un alto costo de mantención para los usuarios de la construcción, a menos que se ejecuten partidas adicionales de construcción (como la incorporación de mallas metálicas de refuerzo en los materiales de terminación) que, nuevamente, aumentan el costo y el impacto ambiental de la construcción resultante.
Los plásticos como el PET y el LDPE, principales constituyentes de un ecoladrillo, son inflamables y producen gases tóxicos durante su combustión. Debido a la inexistencia de sistemas estandarizados de construcción con ecoladrillos no existen ensayos de resistencia al fuego, ni ensayos de comportamiento estructural de los elementos constructivos ejecutados con ellos. En países sísmicos este tipo de construcción artesanal no está aprobada por sí sola como solución constructiva.
Con el nivel de conocimiento actual no es posible garantizar a los propietarios y usuarios que su construcción tendrá una durabilidad comparable a la de una construcción convencional. El costo de mantención de una construcción basada en ecoladrillos podría superar significativamente el costo de mantención de una construcción convencional, perjudicando en definitiva a su propietario o usuario. Consecuentemente, arquitectos, constructores o ingenieros que promuevan o especifiquen este tipo de solución estarían faltando al código ético de su profesión, de cuyo cumplimiento son responsables ante la ley.
Si confeccionar ecoladrillos no es sustentable en Chile ¿hay acciones alternativas concretas que podamos realizar en comunidad (familia, colegio, universidad, etc.)?
Existen muchas alternativas para lograr como comunidad un impacto positivo sobre el medio ambiente. Separar la basura en componentes reciclables y no reciclables, y compostar la basura orgánica es una de ellas. Aun cuando en algunas localidades no hay certeza de que la basura separada llegará a ser reciclada, y de que el compost genera gases de efecto invernadero (CO2 y metano) estas acciones reducen la demanda de recolección de basura y la presión de los rellenos sanitarios sobre los usos de suelo circundantes. A la larga, una comunidad bien organizada podría solicitar a su municipio que reduzca a un tercio la frecuencia de recolección de basura reduciendo a un tercio las emisiones asociadas.
Complementariamente, es importante consumir responsablemente y disminuir la demanda de productos que generan alto impacto sobre el medio ambiente. Enseñar a nuestros hijos, por ejemplo, a tomar agua potable y no avergonzarnos por pedir un vaso de agua en un restaurant, en vez de agua embotellada, orgullosos de aportar al medio ambiente y ahorrar simultáneamente.
Y por sobre todo, informarnos y compartir la información con la comunidad, reflexionando sobre las consecuencias positivas y negativas de las iniciativas que se nos ofrecen como opciones sustentables. En relación con el medio ambiente muchas veces la intuición y el sentido común se equivocan. El contexto va cambiando y definir qué es sustentable y qué no requiere una discusión constante.